10 noviembre 2014

01 noviembre 2014

Reseña: Oración por Owen.

Título original: A prayer for Owen Meany 
Autor: John Irving 
Editorial: Tusquets Editores 
Año: 1989 
Nº páginas: 513 
Precio: 11.95 

Puntuación: 5/5 

Sinopsis: John Wheelwright, un hombre maduro, anglicano y virgen por convicción, recuerda a su mejor amigo de infancia, Owen Meany, un extraño niño enclenque y bajito, de voz quebradiza y una excepcional capacidad de predicción, con el que jugaba al béisbol. A partir de un extraño accidente en que muere la madre de John, Irving nos sumerge en una extraordinaria historia, tierna y terrible, cómica y amarga a la vez, llena de acontecimientos anómalos y a veces milagrosos. 

Seis semanas me ha llevado terminar de leer esta maravilla. Aunque 500 páginas no parezcan demasiadas, el tamaño de letra en esta edición no supera los tres milímetros de alto por caracter. Así que la novela tiene miga: muchos personajes, muchas anécdotas y más de una década en las vidas de John y Owen. Aún así, el estilo de Irving consigue que no olvidemos ningún detalle, bien mediante repeticiones o con descripciones exhaustivas. Y es que cualquier cosa que se relata, por trivial que parezca, va a ser crucial a la hora de encajar todas las piezas. 

Los dos temas principales son la amistad y la fe, razón por la que este libro queda incluido en la lista de novelas diseñadas para mí. Owen Meany, el único amigo de John, es un chico de lo más peculiar. Apenas sobrepasa el metro de altura, su voz infantil y estridente perdurará incluso pasada la pubertad, y su fe en Dios es inquebrantable. Durante un partido de baseball, Owen golpea accidentalmente a la madre de John, causándole la muerte. Devastado, Owen asume que aquello había sido inevitable, y que él es un instrumento de Dios. 
A partir de aquí, el escepticismo de John a este respecto irá poco a poco transformándose en una fe verdadera, pues sucesivos hechos irán probando que Owen no solo es un héroe, sino también un milagro. 

Oración por Owen muestra que todo está predestinado. Dios tiene un plan para cada uno de nosotros, y ese plan es inexorable. Owen, al ser un instrumento especial, lo sabía mejor que nadie. Su voz y sus palabras, siempre en mayúscula, eran inescrutables. No importa si se es católico, protestante, anglicano, congregacionalista o ateo. Todos formamos parte del mismo juego. En ese sentido, todos estamos mancos. Y es que la fe es el precio de no estar asustado. No obstante, del mismo modo en que esta historia ha alimentado mi fe, quizá no sería tan recomendable para aquellos que no crean mucho en estas cosas.

Otro tema recurrente es la crítica a la dudosa moral estadounidense, así como a la inútil participación en la guerra de Vietnam. Suelo dejar a un lado los temas políticos y leer saltando líneas, pero es necesario saber que aquella guerra, al igual que cualquier otra, no tuvo ningún sentido. Sus secuelas se ven por doquier en Estados Unidos, pero supongo que a finales de los 80 la herida estaba incluso más abierta. 

En definitiva, una historia de amistad, fe y milagros en ese entorno que tanto me gusta: los 50 y 60 en un pueblecito de Estados Unidos. No puedo pedir más. 

¿No comprendes, Johnny? Si pudiera, se cortaría las manos por ti... así se siente por haber tocado ese bate. Así nos sentimos todos. Hemos perdido una parte de nosotros mismos. 

Sabe Dios que Owen me dio más de lo que tomó de mí... incluso teniendo en cuenta que se tomó la vida de mi madre. 

Se puso furioso cuando sugerí que cualquier cosa era un accidente, especialmente cualquier cosa que le hubiese ocurrido a él. Owen no creía en las casualidades. Estaba convencido de que la casualidad era un refugio estúpido y superficial que buscaba la gente estúpida y superficial, incapaz de aceptar que sus vidas estaban conformadas por un aterrador designio. 

Cuando muere inesperadamente una persona que amas, no la pierdes de golpe; la vas perdiendo a fragmentos durante largo tiempo... Poco a poco acumulas los fragmentos de ella que ya no están. Y cuando llega el día en que un determinado fragmento que falta te abruma con la sensación de que ella se ha ido para siempre... llega otro día y otro fragmento específicamente ausente. 

¿Cómo puedes ser dichoso si te pasas la vida pensando en hacerlo? 

Poseía la torpeza no específica de quien hace un esfuerzo tan constante para pasar inadvertida, que termina siendo creativamente torpe. 

La burla cruel y deliberada es peor que la bebida; los estudiantes que atormentan a sus compañeros y se mofan despiadadamente de ellos, son culpables de una transgresión más punible, sobre todo en los casos en que tu borrachera no perjudica a nadie salvo a ti mismo. 

Si te interesa algo, tienes que protegerlo... Si eres lo bastante afortunado para descubrir una forma de vida que te guste, debes encontrar el coraje de vivirla. 

Cuando todo esto termine, mi mejor amigo debería cortar limpiamente con el pasado... Debería empezar de nuevo, sencillamente. 

Si no podía oír la voz de Owen, no quería oír la de nadie. La única voz que quería oír era la de Owen, y cuando Maribeth Baird me habló comprendí que mi amigo ya no estaba.