20 febrero 2014

Reseña: El corredor del laberinto.


Título original: The maze runner 
Autor: James Dashner 
Editorial: Nocturna 
Año: 2009 
Nº páginas: 524 
Precio: 17.00 

Puntuación: 4/5 

Sinopsis: Bienvenido al bosque. Verás que una vez a la semana, siempre el mismo día y a la misma hora, nos llegan víveres. Una vez al mes, siempre el mismo día y a la misma hora, aparece un nuevo chico, como tú. Siempre un chico. Como ves, este lugar está cercado por muros de piedra… Has de saber que estos muros se abren por la mañana y se cierran por la noche, siempre a la hora exacta. Al otro lado se encuentra el laberinto. De noche, las puertas se cierran... y, si quieres sobrevivir, no debes estar allí para entonces. 

¿Por qué? Esa es la pregunta constante de este libro. Y la verdad es que no me gusta cuando eso ocurre. Prefiero que todo tenga una explicación, un sentido. Pero con esta novela, es lo que hay. Es su esencia, lo que hace que sigas leyendo, o debería decir, devorando las páginas. Al principio, entiendes lo mismo que Thomas: nada. Y al final tampoco es que se resuelvan muchas incógnitas. Es como si el primer capítulo de una distopía juvenil se hubiera alargado 500 páginas. 

A pesar de la confusión, la situación queda bien planteada. No se sabe el porqué, pero hay que apechugar con el hecho de estar encerrados en el Claro, rodeados de un laberinto imposible y lleno de bichos horribles. A partir de ahí, podemos entender cómo se organizan estos chicos, quiénes son los líderes, a quién podemos coger cariño y cómo esto último va a ser la perdición del lector. Sí, hay laceradores y gente de CRUEL merodeando por ahí. Encariñarse con los personajes no es muy buena idea.

Tan solo he visto dos errores. Primero: ¿cómo es que a las plantas no les afecta la falta de lluvia, pero sí que se mueren cuando no hay sol? En segundo lugar: ¿Por qué en un sitio sin padres y sin convenciones sociales, estos chicos se inventan eufemismos para las palabrotas? ¿Y qué más les da, si las siguen diciendo igualmente? En fin, cosas que se me ocurren. 

Por otro lado, la acción es continua, sin apenas descanso. Aún así, la narración a veces resulta repetitiva; se hace hincapié sobre lo que ya se había sobreentendido, y eso le quita ritmo. Por lo demás, se lee en un suspiro y deja con un montón de preguntas aún por resolver. Tras el final, solo puede esperarse que su segunda parte, Las Pruebas, resuelva algo de todo esto.